Antecedentes
La Capilla
y Convento de la Capuchinas Sacramentarias, obra del maestro Luis
Barragán.
El maestro dota su obra
de placidez y serenidad, utilizando un vocabulario formal netamente mexicano,
un expresivo carácter arquitectónico de los materiales, un sublime manejo de la luz
y un estudiado pero sencillo tratamiento del espacio.
En 1953, aceptó con gusto el proyecto de ampliación del claustro y la capilla
de las madres Capuchinas.
Para la ejecución de la
obra, que se extendió por 7 años, el arquitecto se dedicó con mucho entusiasmo
y pasión para definir los muchos detalles que la componen.
Arquitectura.
Al ingresar al recinto,
nos recibe un pequeño patio semi-hundido, de paredes blancas, en una de las
cuales está empotrada una cruz monumental.
Como contraparte, una
serenísima pileta en cuyas aguas nadan flores blancas, da escala humana al espacio. A
mano derecha una celosía en trama amarilla acompaña una escalinata que conduce
a una capilla secundaria que mencionaremos más adelante. La simpleza pero
contundencia del detalle y el color de la grilla amarilla reflejándose sobre el
agua que lame la piedra negra es simplemente sobrecogedor.
Al otro extremo de la
pileta se encuentra el ingreso a la capilla, al que accedemos tras ascender por
unas breves escalinatas de piedra. En este pequeño espacio de madera, una larga
y sencilla banca de este material, pareciera flotar perpendicular a la pared,
pero es en realidad sostenida por unos soportes de metal invisibles.
Ya en el recinto se
encuentra un vidrio de color rosado, poco común en la época, que ilumina el
ambiente y le da una tonalidad de luz especial. Hacia un lado, se encuentran
las áreas privadas de convento, dispuesto sobre un terreno alargado. Hacia el
otro ingresamos lateralmente a la capilla.
La luz, que atraviesa
unos vidrios amarillos ubicados en una trama en el coro, inunda al espacio de
un color acaramelado, y presenta una capilla austera, con paredes de texturas
toscas y de colores ocres intensos, con pisos de madera y en cuyo altar se
encuentra un trabajo escultórico, los rectángulos dorados de Mathías Goeritz.
El color de la pared hace
que la luz adquiera matices que produzcan sensaciones de placidez y serenidad.
Al costado izquierdo, recibiendo una
luz lateral se ubica una cruz de madera, que es iluminada indirectamente desde
un ventanal alargado. El efecto es dramático, acentuado por una cuña triangular
que se incrusta en el espacio.
Al costado derecho,
separado por una celosía de madera en forma de grilla de color blanco, se
encuentra una capilla lateral que suele ser utilizada por las familias de las
monjas.
Desde una rendija
superior la luz baña generosa el ambiente, a la vez que descubre la enorme
altura de los muros, una triple altura que le da monumentalidad a la capilla.
Análisis crítico del edificio
La Capilla y
Convento de la Capuchinas Sacramentarias, es una de las grandes obras de el
arquitecto mexicano Luis Barragán.
Su interés por los
jardines y la arquitectura del paisaje y su deseo de no depender
financieramente de sus clientes lo llevaron a la práctica de promotor inmobiliario.
Es uno de los pocos arquitectos que muestran el verdadero interés por la arquitectura y no por intereses monetarios que pudieras adquirir haciendo arquitectura.
El lenguaje formal de su arquitectura está hecho de
construcciones masivas, con gruesos muros y aberturas dosificadas, donde los acabados son
de marcada textura y a veces con brillantes colores.
Elementos como la luz, la
altura del techo y de las proporciones revelan, que la capilla es el lugar más
cercano de lo que imagina como divinidad.
Luis Barragán concibe sus obras como la creación no sólo de
un espacio sino también de un modo de vivir, en la que todos los objetos que
están en ellas son creadas por el, dándoles un toque arquitectónico uniforme, y
un diseño único.
Aunque pudiera determinarse de manera puntual la arquitectura que define a Barragán, es de una personalidad variables debido a que sus espacios constantemente cambian de dimensiones y de sensaciones, para esto es necesario tener un gusto por el color y la incidencia de luz en los espacios interiores.
Pudiera criticarse el acceso que propone a manera de puerta ciega para impedir todo tipo de contacto con el edificio, se pudiera resumir en un mensaje específicamente como una barrera de comunicación o de lenguaje entre lo que proyecta en el interior y lo que se puede leer desde la calle.
una contradicción en la arquitectura interna en el edificio, podría definirse como una arquitectura exocéntrica aunque como lo estipula Venturi en su libro de "Complejidad y contradicción en la arquitectura" podría contradecirse así mismo y convertirse en una arquitectura endocéntrica por el lenguaje ahí plasmado y de tal manera convertirse en el paradigma de la arquitectura contemporánea en México.
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